Un Grito con propósito: el arte de reunirnos

Este año, un Grito con Propósito: cómo “El Arte de Reunirnos” puede transformar nuestras Fiestas Patrias

Cada septiembre, México se viste de gala. Las luces tricolores adornan las calles, el aroma a pozole inunda los hogares y el fervor patrio nos une en un solo grito. Pero, ¿cuántas de estas celebraciones van más allá de la costumbre? ¿Cuántas conectan nuestra alma con el verdadero espíritu de la independencia?

Priya Parker, en su libro El Arte de Reunirnos, nos sacude para dejar de organizar en “piloto automático” y empezar a diseñar con una intención clara y específica. Si a esta filosofía sumamos el ancestral concepto japonés del Ikigai —nuestra razón de ser—, las Fiestas Patrias pueden pasar de ser una simple reunión a una experiencia profundamente significativa y transformadora.

El corazón del encuentro: Propósito e Ikigai

Parker advierte que confundir la categoría de un evento (“fiesta”, “cumpleaños”, “networking”) con su propósito real lleva a encuentros mediocres. Para una celebración del 16 de septiembre, “celebrar la Independencia” es la categoría. Un propósito con alma, alineado al Ikigai colectivo, pregunta: “¿por qué hacemos esto y para qué ahora?”

Imagina este propósito: “Reafirmar nuestra identidad compartida a través de historias familiares que nos conectan con el espíritu de la independencia, inspirando unidad y esperanza para el futuro de México.” Este paraqué vuelve cada decisión un acto consciente: aquello que amamos (nuestras raíces), en lo que somos buenos (narrar y tejer comunidad), lo que el mundo necesita (unidad, esperanza) y lo que nos hace sentir vivos.

Invitados y entorno: el ‘quién’ y el ‘dónde’ con sentido

Con el propósito definido, la lista de invitados es el primer “cadenero” de la experiencia. Parker propone excluir con propósito: no por elitismo, sino para proteger el sentido del encuentro. Invitemos a quienes realmente buscan conexión: jóvenes que escuchen a sus mayores, amistades que desean comprender la riqueza cultural de México.

El lugar es una fuerza activa que dicta comportamiento. ¿Y si cambiamos el salón genérico por una casona colonial o un patio arbolado que evoque historia? Una mesa comunal larga en lugar de mesas pequeñas fomenta el intercambio; una iluminación cálida invita a la intimidad. Desplazar a la gente de su rutina (un recinto inesperado) potencia presencia y apertura.

Autoridad generosa y “mundo alternativo” mexicano

El 16, la persona anfitriona ejerce autoridad generosa: protege, rompe jerarquías y conecta. Para crear un mundo alternativo temporal, usemos reglas pop-up claras y lúdicas:

• Regla de la Historia Patria: antes de cada platillo, cada mesa comparte una historia personal o familiar de orgullo mexicano que nadie más conozca.
• El Brindis del Deseo: al final, cada invitado escribe un deseo sincero para México y lo deposita en un jarrón que se abrirá el próximo año.

Estas reglas liberan de guiones sociales y abren interacción más profunda.

Del saludo al adiós: diseño del antes, durante y después

La reunión comienza cuando los invitados se enteran de ella. La invitación no es sólo logística; es un prólogo que marca el tono: “Una Noche para Honrar Nuestras Raíces: Comparte tu México Interior.” Pide llevar un objeto significativo o una foto familiar para preparar mente y corazón.

El cierre es vital: evita terminar con logística. Prueba una “llamada final” con lectura de algunos Deseos para México del jarrón, o un brindis colectivo donde cada quien dice una palabra que resuma la noche. Un cierre intencional ayuda a mirar hacia adentro (dar sentido) y mirar hacia afuera (volver al mundo llevando propósito).

De evento rutinario a experiencia con propósito

Al aplicar los principios de Priya Parker y la filosofía del Ikigai al 16 de septiembre, trascendemos la rutina. Dejamos de ser organizadores para convertirnos en arquitectos de experiencias memorables y transformadoras. Es una invitación a honrar nuestra identidad, a conectar profundamente y a vivir el espíritu de México con un propósito renovado.

¡Que vivan las reuniones poderosas!